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Mostrando entradas de agosto, 2020

Más de lo mismo?

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  ¿Más de lo mismo? Jorge Bucay Un cuento que nos habla de la necesidad de cambio. Y del valor de la amistad. Apesar de que no es de despreciar el valor de la perseverancia,  a veces es necesario darse cuenta de que “más de lo mismo” probablemente traiga a nuestras vidas un poco más... de lo mismo. EL CUENTO DEL MONJE Y EL GENERAL Cuentan que, en el receso de una batalla, el general de un poderoso ejército  se presentó en el templo tofuku, donde moraba un monje que cargaba consigo la fama de ser la persona más sabia de su tiempo y las más dotada espiritualmente. Su deseo no era más que el de saludarlo,  ya que ambos habían compartido tristezas y alegrías de la infancia en una pequeña aldea, no demasiado lejana del lugar donde se levantaba el templo. Cuando uno de los aspirantes lo recibió en la entrada del templo, el general dijo: —Dígale al maestro que el general Kitagaki está aquí para verlo. El discípulo entró en el templo y volvió a salir despué...

El rey con muletas.

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  Sucedió una vez, en un lejano país, que   el rey de aquellas tierras cayó de su caballo y se lastimó severamente . Tan grave fue la lesión que perdió para siempre el uso de las piernas y se vio obligado a andar, desde entonces, con muletas. Era un rey joven y arrogante y se sentía disminuido frente a sus súbditos.  No podía tolerarlo: —Si no puedo ser como ellos –se dijo–, haré que ellos sean como yo. Los habitantes del reino, temerosos de la crueldad de su soberano,  acataron la orden sin protestar. De un día a otro, las calles se llenaron de inválidos y tullidos. El rey vivió muchos y largos años.  Nuevas generaciones nacieron y crecieron sin jamás haber visto a alguien caminar libremente. Y los ancianos fueron desapareciendo sin atreverse a hablar de sus antiguos paseos, por miedo a sembrar en los jóvenes el peligroso deseo de lo prohibido. Caminar pasó a ser solo un sueño de ebrios trasnochados , una fantasía de niños o una chochera de ...

El laúd emocionado Jorge Bucay

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El joven Wen descendía de una antigua familia de letrados.  Sin embargo, jamás había mostrado el menor interés por lo jurídico y había fallado todos los exámenes para ser un par entre los suyos. Desde pequeño le había apasionado la música  y pasaba horas tocando un viejo laúd que había encontrado olvidado en un desván. Tiempo después, hostigado por los reclamos de su padre, que lo quería mandarín, abandonó la casa familiar y comenzó a vagar de un lugar a otro como músico ambulante. Una tarde, Wen tocaba una melodía muy manida  en la plaza de un pueblo cuando vio entre los oyentes al viejo Tzú, el más reconocido maestro de laúd de toda China. —Maestro, ¿qué te ha parecido mi música? –preguntó Wen, ávido de un halago, aunque fuera pequeño, de un maestro de su talla y fama. —Tienes talento –respondió el viejo–, aunque no ha florecido aún.  Tu canto podrá alegrar a unos cuantos aldeanos, pero no logrará cautivar a los pájaros. Esa noche, Wen siguió a...

Tu alma está vacía.

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  ¡Escucho las notas, están perfectas... pero tu música está vacía! Mueves los dedos, pero nada sucede en tu alma.

El anciano y la grulla

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  Una tarde llegó un joven hasta donde estaban el anciano y la grulla . Su actitud era misteriosa. Se acercó y, en voz baja, dijo lo siguiente: -Maestro,  hay gente que ha estado hablando de ti con malevolencia … -¡Un momento! –dijo el anciano-.  ¿Te consta aquello que vienes a decirme?  ¿Escuchaste a alguien hablar de mí con malevolencia? El joven se quedó pensando un momento y dijo: -No.  No lo escuché personalmente. Alguien me lo contó… En la aldea se rumora esto … El anciano y la grulla se quedaron quietos por un momento. Él se mostraba reflexivo. Y ella, como siempre, estaba a su lado protegiéndolo y alerta.  La hermosa ave estaba agradecida con él porque la había liberado de una trampa en el bosque . Desde entonces, se había convertido en su acompañante y guía, pues el hombre era ciego.

Donde viven los monos.

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  Cuando nos convertimos en  adultos  dejamos de vivir y disfrutar como niños, ¿en qué aspecto?  Que todo gira en torno a las responsabilidades y compromisos, dejamos de divertirnos, de hacer lo que nos gusta… de soltarnos.  Siempre hay tiempo en la vida para soltarse, para dejar a un lado la rigidez de ser mayor y volver a jugar como niños por un rato. 

Dentro de nosotros hay un mundo de emociones.

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  “Dentro de todos nosotros hay  esperanza . Dentro de todos nosotros hay miedo. Dentro de todos nosotros hay aventura. Dentro de todos nosotros hay… un monstruos salvaje”.

El Rey León

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  “El pasado puede doler, pero tal como yo lo veo, puedes huir de él o aprender”. – El Rey León,  de Linda Woolverton, Irene Mecchi y Jonathan Roberts-

¿COMO CRECE?

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  Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.  El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.  La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.  El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado.  En aquel momento me dije: «Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda».

ESCRIBIR ES UNA CATARSIS

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  “Escribir es una catarsis, que le permite a nuestros fantasmas, esos que nos habitan y nos asustan, salir para siempre. Nos permite también guardar en un cofre nuestros más preciados recuerdos, desde el olor a mango maduro de nuestra casa materna, hasta aquella canción con la que nos enamoramos. Escribir es la posibilidad de crear el mundo que deseamos en el momento en que queramos.” “Carla Ramírez Brunetti”

Talleres de escritura terapeutica

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  “Escribir es terapéutico. Escribir responde a la necesidad, para algunos ineludible, de contar; de contar historias, de elegir bien las palabras que mejor sirvan para contarlas; de contar aquello que uno ve, siente, lee, imagina, vive. Escribir es contar lo que uno necesita contar: contarse a uno mismo o contar a los otros. Pero escribir puede servir, además, para tratar de organizarse la cabeza, para saber lo que le pasa a uno, para volcar algo que de otra forma le quemaría dentro, para salir de un agujero. Digámoslo ya: escribir te ahorra el diván.” José María Calleja Por lo cual, te propongo talleres de escritura terapéutica mediante Skype o mensajes de WhastApp. SESIONES DE HORA Y MEDIA, COSTO $500 ABONADOS POR MERCADO PAGO Consultamos y te contamos el proyecto. Info 15 32 68 41 37